Ideas griegas sobre el alma y la divinidad: Un anlisis de la doctrina aristotlica.

 

 

Oscar  Velsquez

 

 

Alma y Dios: La correspondencia profunda de dos temticas afines

              Es indudable que la cultura occidental ha recibido tambin de los griegos las nociones bsicas de aquello que entendemos por alma; y si bien no es fcil enmarcar los conceptos que fundamentalmente la constituyen, se puede decir, al menos, que alma est en ntima conexin con la vida, la conciencia, y el movimiento autnomo. El mismo Aristteles habr de reunir a su vez en tres aspectos esenciales la caracterizacin del alma, conforme al testimonio de sus antecesores filsofos, a saber, que todos definen al alma por el movimiento, la sensacin y la incorporeidad.[1]  Al ser que manifiesta aquellos rasgos o posee esta realidad anmica llamamos vivo, sea cual sea su calidad, aunque la conciencia, en cuanto seala una propiedad espiritual de reconocerse a s mismo, suponemos que es una cualidad ms propiamente humana y superior. Estas notas distintivas fueron las que, por lo general, los griegos consideraron relacionadas en el concepto de alma, o de hecho conectaron entre s desde los tiempos mismos de la literatura homrica; pero la significacin de alma estuvo ntimamente relacionada con el desarrollo de ideas en torno a la naturaleza del hombre, tema que alcanz especial vitalidad a partir del siglo V a. C. en toda la Hlade, y que concit el inters no solo de los filsofos sino, entre otros, de poetas y mdicos. En medicina, por ejemplo, alcanzaron especial importancia aspectos del alma en su relacin con antiguas creencias sobre la sangre como elemento vital, o teoras sobre la localizacin de la actividad intelectual, que para Empdocles, por ejemplo, estaba en la sangre que circulaba alrededor del corazn. Para Platn, en cambio, que en el Timeo revela una gran influencia de la llamada escuela mdica siciliana, la parte inmortal del alma –que es a su vez la que ejerce la actividad propiamente intelectual y que se supone inmortal– est localizada en el cerebro, es decir, en una cierta mdula cerebral.

            Ahora bien, esta capacidad, que suponemos espiritual, del entendimiento humano para reconocerse a s como un ser vivo –y que es sinnimo de conciencia– est en el origen mismo de la actividad intelectual, y fue en buena hora identificada como un poder divino en el hombre, el principio primero de su condicin humana, y la semilla implantada en el gnero humano como seal de su parentesco con la divinidad. Esto era psykh, alma, o ms especficamente, nos, entendimiento o intelecto. En pocas palabras, un dicho de Eurpides compendiaba el sentir de la poca cuando afirmaba: Porque la mente (nos) es en cada uno de nosotros un dios.[2] Platn, por su parte, inaugura una va indeleble de investigacin sobre la realidad espiritual, cuando relaciona el alma con lo-en-s-mismo (aut taut, Alcibades 129b), y le concede a esta un carcter hegemnico que le permite mandar sobre el resto de toda la actividad del ser humano. Una famosa afirmacin –que fue una y otra vez analizada y discutida desde la antigedad–, haba definido al hombre como no otra cosa que alma,[3] Esta idea, de que el hombre es su propia alma, pretende calificar al ser humano precisamente por aquello que ejerce en l una actividad de dominio sobre las partes que constituyen su composicin orgnica. Al dominar, a su vez, el alma se constituye en ese en-s-mismo que es, para Platn, la esencia inteligible del hombre. Ahora bien, como el dilogo Alcibades (que algunos autores, en especial del siglo XIX lo consideraron entre los dilogos dudosos, a mi juicio, por razones poco convincentes) trata fundamentalmente del concete a ti mismo socrtico, tiene entre sus objetivos mostrar el verdadero significado de la mxima. Su conclusin es que, cuando el dios nos exhorta a conocernos a nosotros mismos, nos est invitando a conocer nuestra propia alma. Ella es, precisamente nuestro verdadero self, y siendo el dios el que habla, es por eso mismo el dios el garante de nuestro auto-conocimiento.

           

                                  

La cuestin del alma humana en Aristteles

            Est fuera de toda duda que la obra clave para el estudio del alma en Aristteles es el De anima, redactado en el ltimo perodo de su vida. Pero en una perspectiva de crecimiento y desarrollo del pensamiento del filsofo es conveniente considerar, aunque sea sumariamente, el Eudemo y el Protrptico, dos obras que sobrevivieron para nosotros en estado fragmentario, y fueron escritas en el perodo temprano en que Aristteles estudi y ense en la Academia de Platn en Atenas. Estos textos invitan a reflexionar acerca de la presencia de ciertos conceptos en el mundo griego inmediatamente anterior a la muerte de Platn, acaecida el 347 a. C. Estas ideas tendrn tambin su propia historia, aunque Aristteles ha de seguir un camino en parte independiente en su obra ms tarda Sobre el Alma. Interesa destacar al menos dos aspectos en el Eudemo (o Acerca del Alma), y es que Aristteles considera aqu,, en una perspectiva platonizante, que el verdadero estado del alma es el de separacin de su cuerpo, porque, dice, la vida sin el cuerpo, puesto que es natural a las almas, se parece a la salud, y la vida en el cuerpo, puesto que no conforme a naturaleza, es como una enfermedad.[4] La inmortalidad del alma, por otra parte, es defendida aqu en trminos que recuerdan el Fedn de Platn, puesto que, entre otras cosas se ataca la opinin de que el alma es armona, ya que el alma, dice, es anterior al cuerpo, pero la armona es posterior; y para confirmar su aserto, insiste nuevamente en que: Si la desarmona del cuerpo es enfermedad, fealdad o debilidad, se debera considerar la armona del cuerpo como belleza, salud, vigor, no alma. . ..[5] Estas ideas parecen confirmarse en el Protrptico, una bella obra de exhortacin a la filosofa, conservada en forma fragmentaria gracias al hecho de haber sido imitada muy de cerca por el  filsofo sirio Ymblico (245-c. 325 d. C), de cuyo compendio de filosofa pitagrica, escrita en griego, sobreviven los cuatro primeros libros –entre los que est su propio Protrptico–, del que los estudiosos han discernido partes de la perdida obra de Aristteles. Es sabido, adems, que esta obra aristotlica fue tambin imitada por Cicern, en el Hortentius –del que se conservan tambin solo fragmentos–, y de cuya fama sabemos por san Agustn, quien lo ley a la edad de diecinueve aos. Su lectura le produjo tal conmocin interior que, segn l mismo cuenta, aquel libro cambi mis sentimientos, y hacia ti mismo, Seor, cambi mis ruegos, y transform mis promesas y deseos.[6] Agustn destaca el tema de la inmortalidad de la sabidura, sin duda un punto central, que seala, en primer lugar, el valor imperecedero de los objetos supremos del alma, es decir, de la razn y la inteligencia; por otra parte, esta misma sabidura, se convierte en el objetivo superior de toda vida que aspira a la verdadera felicidad. El Protrptico seala, as, que no hay funcin (ergon) mejor del pensamiento o de la parte inteligente del alma que la adquisicin de la verdad, una verdad que es, efectivamente, la funcin suprema (kyritaton ergon) de esta regin del alma.[7] 

Ahora bien, estos objetivos superiores revelan que en nuestro entendimiento –que es la parte superior del alma humana– existe una tendencia natural a la adquisicin del saber. Cuando el ser humano se esfuerza por alcanzar estos fines mediante los mejores objetos, vive conforme a lo mejor de s mismo. As es como se dirige hacia la virtud y, en consecuencia, hacia la verdadera felicidad, cuando encaminado hacia la sabidura (phrnesis) adquiere un conocimiento contemplativo (theorikn epistemen). De ah, entonces, concluye Aristteles, el pensar y el contemplar son la funcin propia del alma, y esto es lo que, sobre todas las cosas, es ms digno de ser elegido por los hombres.[8]  Todo esto tiene que ver con la eleccin de un tipo de vida, a la que el filsofo invita a travs de su Protrptico. Estas afirmaciones, a su vez, habrn de hallar su pleno cumplimiento en Aristteles precisamente en los momentos culminantes de su tica, en que el filsofo relaciona la vida (bos) de los dioses con una cierta actividad (enrgeia), y esa actividad no es otra que una contemplacin (theora). As, entonces, afirma: la actividad divina, que a todas aventaja en felicidad, debera ser contemplativa.[9] En estas circunstancias, los objetivos que deberan inducir a los hombres a preferir la filosofa –tal como son propuestos en el Protrptico– son ahora manifiestos; es decir: la vida de los hombres ser feliz en la medida en que ella se asemeja a la actividad divina, que es vida de pura contemplacin. El hombre que se asemeja a lo divino es el que pone en ejercicio su razn, y al cultivarla, parece estar no solo en el mejor estado de mente, sino que ser el ms amigo de Dios (theofilstatos).[10] Aqu se ve claramente, me parece, que el alma humana, en especial su entendimiento, es visto por Aristteles en ntima conexin con la divinidad, hasta el punto de que, los verdaderos objetivos del ser humano se manifiestan, en ltimo trmino, al modo de una semejanza de lo que la divinidad, en su propia vida, eterna y felizmente ya posee.

 

La teora aristotlica del alma como realidad espiritual en el De Anima

 

            El captulo primero del primer libro del De Anima, es un ejemplo relevante de la capacidad de Aristteles como investigador. En poco ms de cuatro pginas del texto griego, va describiendo con claridad sus objetivos ms especficos al interior de un supuesto  que para l es permanente, es decir, que el conocimiento est entre lo ms valioso y estimable, y que, habiendo saberes que son superiores a otros sea por su rigor, o porque sus objetos son mejores y ms admirables, por ambos motivos deberamos colocar razonablemente entre los primeros la investigacin sobre el alma.[11]  Ahora bien, mi propia encuesta me fuerza a circunscribirme una vez ms al objeto ms particular de este trabajo, el del alma, en cuanto principio intelectivo y ms especficamente humano. As entonces, es preciso hacer primero referencia a la definicin que Aristteles da acerca de esta entidad, a la que incluye entre aquellas realidades a las que llama substancias (ousa), es decir, en el uso bsico de la lengua griega, aquello que es lo propio de algo –a diferencia de lo que le es accidental–, y en un sentido ms filosfico, la realidad estable, inmutable de una cosa, su substancia o entidad, que es equivalente en cierto sentido a su naturaleza verdadera. De ah que cuando hablamos de la entidad de una cosa o su realidad, se est aludiendo al mismo punto temtico, que busca elucidar lo esencial de algo, aislndolo de todo aquello que se considera menos propio o menos naturalmente verdadero en aquello.

Ahora bien, parece que, como ya lo haba expuesto Platn, alma tiene que ver con aquello que es esencial y definitorio en el hombre, de modo que ella es por necesidad una realidad (ousan), al modo de una forma (eidos) de un cuerpo fsico que tiene vida en potencia.[12] Para Aristteles es claro que forma es lo que configura entitativamente algo, y que ella es en esa cosa –cualquiera que ella sea– un principio inteligible, y, por tanto, una realidad de calidad no fsica en aquello (se llama inteligible, en cuanto en cada cosa hay algo que solo puede ser comprendida por el entendimiento). Una de las razones para considerarlo as, es que lo que vemos de alguna cosa, por decir, una flor, no es lo mismo que aquello que de ella concebimos y comprendemos. Esto ltimo, que es el comprender algo, logramos hacerlo, segn Aristteles, en cuanto esa flor posee en s una forma, un eidos, que es en la flor el principio de su ordenamiento entitativo, y la razn adems de su capacidad para ser entendida como algo determinado por un entendimiento. En otras palabras, las cosas tienen una aptitud natural para ser conocidas, y a eso llamamos inteligible. La forma es, entonces, en la cosa una energa ordenadora y unificadora. Ese poder integrador del eidos se hace manifiesto, por consiguiente, en el hombre como alma, de modo que se dice que el cuerpo fsico no se constituye como un organismo vivo sino en la medida en que posee esa psykh: y el cuerpo, que as se organiza en su vida humana, es, en relacin a su forma vivificadora, un cuerpo natural que tiene vida en potencia. Un cuerpo solo es actualmente con vida cuando el alma –conforme a una segunda definicin ms especfica del mismo filsofo– se constituye como la entelequia primera (otro trmino para ousa, que enfatiza el aspecto de realidad completa, de actividad y perfeccin de algo) de un cuerpo natural orgnico. Junto entonces a ese poder de organizacin del alma est el de su condicin inteligible, es decir, espiritual, pues al parecer solo podra ejercer ella ese papel integrador si posee esa calidad de no sensible. Es la forma, en resumen, como entidad espiritual, la que asegura la unidad del compuesto hombre; y al fundamentar su unidad, consolida de ese modo su pervivencia.

 

Funciones del intelecto en el alma y la cuestin de su separabilidad

            Se supone que el alma es una sola en el individuo –como es una la forma en cada cosa–, pero si ella funciona vivificando un cuerpo, es que de algn modo se diversifica en las partes de una realidad compuesta como es la corporal. De ah que se hable de partes del alma, en la medida que ella nutre o sensibiliza sectores diversos del cuerpo, o posibilita el razonamiento o el movimiento . Ese trabajo del alma, que mantiene la vida de la realidad humana en su conjunto, recibe el nombre de facultades o potencias (dynameis). Por otra parte, la teora aristotlica de la forma supone que, all donde hay un eidos –que es lo da consistencia y realidad a una cosa–, todo lo dems que coexiste bajo el amparo entitativo de ella carece o deja de poseer, a su vez, forma alguna subsistente. En otras palabras, todo lo dems se transforma en accidental, incluso en el caso que se considere que hay partes que son propiedad innegable de un conjunto. As, entonces, el alma es lo que manda, ontolgicamente. Donde hay una copa, por ejemplo, el vidrio, o el pie, o lo que fuera de ella que no sea substancial, no es forma, as como el hgado existiendo en un ser humano tampoco lo es, por mucho que, a su modo, subsiste como una cierta forma que se integra a la nica que le da consistencia y unidad decisiva al conjunto. En esas circunstancias, es preciso analizar con mayor rigurosidad el alma en s; es decir, investigar qu sera aquello que, independientemente del cuerpo, constituye substancialmente a la entidad espiritual.

            Por supuesto que quedan muchas interrogantes sin contestar, pero al menos el filsofo intenta responder a ciertas preguntas que su espritu inquisitivo le suscita. La duda principal est relacionada con la separabilidad. Dice Aristteles:

            Y con respecto al intelecto y a la potencia especulativa no hay nada claro; parece sin embargo que es otro gnero de alma, y que solo este gnero es idneo para separarse, como lo eterno lo es de lo corruptible (De Anima 413b 24-27).

            Al parecer, hay partes del alma, como las llamadas facultades o potencias –por ejemplo, la de tipo nutritivo–, que no estn separadas de aquello que animan.[13] Por eso que no estn plenamente en acto; pero al alma, se deca, es el acto primero, y es preciso buscar aquello que en ella, si es posible decirlo, es puro acto. Sucede, entonces, que, tal vez por la misma lgica de la teora de la forma o eidos, es necesario precisar en el alma misma aquello que, de manera superior, proporciona al conjunto alma su condicin de entidad una e inteligible. Para Aristteles, eso superior debe estar  separado; o mejor dicho, debe ser algo apto de separacin; y eso es el intelecto.

            Hay que centrar, en consecuencia, nuestro anlisis en el acto de inteligir, y examinar con mayor detencin aquella parte del alma con la que esta conoce y piensa. Dos son los captulos que establecen las opiniones de mayor relevancia sobre el tema crucial del intelecto humano en toda la obra, a saber, De Anima III 4-5. Primero que todo, Aristteles nos sorprende con una afirmacin que parece contradecir la definicin de alma, puesto que dice que el intelecto (nos) no tiene naturaleza alguna aparte del hecho de que es potencial, y que el llamado intelecto del alma que razona y enjuicia no es en acto ninguno de los entes antes de entender (III 4). Conviene, entonces, tener presente que Aristteles plantea la existencia en nosotros de dos intelectos, que desde los comentaristas griegos fueron llamados (aunque no es expresin directa de Aristteles) respectivamente intelecto paciente e intelecto agente. Esta distincin surge precisamente de un anlisis del acto de entender. El paciente es ese intelecto que, segn el filsofo, no tiene naturaleza alguna propia aparte de esta, que es potencial (De Anima III, 4). Pero se supone que aquello con lo que nos hacemos en ltimo trmino de la realidad, el intelecto agente, debe ser sin mezcla alguna, para no obstaculizar e interferir el proceso del conocimiento, y ser separado, por eso mismo, del cuerpo. De ese modo, por ejemplo, para entender lo fro no como un concreto sino como un universal, no tenemos rgano corporal, puesto que los rganos sensoriales reaccionan al dato particular, y el fro que podemos experimentar es el de una cosa especficamente concreta. No hay rgano para el entender, piensa Aristteles, por mucho que, como veamos ms arriba, ya para Platn la residencia del alma intelectiva es precisamente el cerebro. Sin embargo, una cosa es hallar dnde se asientan ciertas funciones que asimilamos al pensar, y otra el poder determinar y decidir acerca de la relacin causal que pueda unirlos. Que es un asunto que sigue ocupando a los cientficos en nuestro tiempo, bastara quizs con mencionar –sea o no una propuesta aceptada hoy por los estudiosos– la siguiente afirmacin de John C. Eccles:

            Los acontecimientos cerebrales permanecen dispersos, siendo esencialmente las acciones individuales de incontables neuronas que estn incorporadas a circuitos complejos, participando as en los patrones espaciotemporales de actividad. . . Nuestra actual hiptesis considera la maquinaria neuronal como un complejo de estructuras radiantes y receptoras: la unidad experimentada no procede de una sntesis neurofisiolgica, sino del propuesto carcter integrador de la mente autoconsciente. Conjeturamos que, en primer lugar, la mente autoconsciente se ha desarrollado a fin de conferir esa unidad al yo en todas sus experiencias y acciones conscientes.[14]

            El problema que Aristteles pretende solucionar con su propia teora del alma como intelecto (particularmente el llamado agente) es, me atrevo a decir, fundamentalmente el mismo que busca solucionar Eccles, y es el de la necesaria unidad del hombre mediante un poder espiritual superior, que gobierna el conjunto orgnico del ser humano de un modo que sugiere una autonoma, que habra que precisar. De aqu surge un asunto incluso ms fundamental, que, como veremos, insina la conveniencia de que, aquello que manda y unifica, debe ser y existir de algn modo separado.

            Ahora bien, el intelecto llamado paciente no es propiamente el que manda, pues por el contrario se le muestra, en una famosa imagen, en potencia como una tablilla en la que nada se encuentra actualmente escrito (De Anima III, 4; 429b 31-430a 1). Esta tabula rasa no es el intelecto que hace del alma humana finalmente una forma del conjunto, ni el que culmina el proceso de pensar, pero se muestra como una cualidad necesaria del intelecto humano, que parece precisar –en el proceso de inteleccin– un intervalo de recepcin, libre de toda interferencia orgnica y creativa. Lo que se recibe sin interposicin en el espritu son las formas inteligibles de las cosas, en cuanto toda la realidad del mundo sensible posee tambin formas que determinan la existencia particular de cada realidad concreta, la despliegan en su ser, y le proporcionan una intrnseca capacidad intelectiva, que, abierta al espacio del universo, las hace cognoscibles. Las cosas, en sntesis, son comprensibles para nosotros porque poseen en s algo que est en ellas, que no es propiamente sensible –a saber, su forma, su ncleo eidtico–, que hace que, ms all de su forma natural, posean un elemento que es cognoscible solo por algo que es como ella, el intelecto llamado paciente, con el que nuestro entendimiento llega a ser todas las cosas (III, 5). Deberamos entender la forma, entonces, de esta manera; porque si bien Aristteles suele usar eidos en el sentido de figura sensible, ms a menudo quiz se la piensa como algo que es un objeto del pensamiento ms que del sentido, como la naturaleza interna de una cosa, que es expresada en su definicin, el plan de su estructura.[15] Esta nocin del alma como un eidos que seala una estructura inteligible, es una condicin necesaria para conocer qu es ella en general, y es tambin un modo de mostrar en qu consiste el alma en su nivel superior.[16] Ella posee un intelecto por el que llega a ser todo, y otro, creativo –como lo analizaremos a continuacin–, por el que hace todo.

            As, entonces, el intelecto paciente es condicin previa del conocer –que es el acto que por excelencia revela la condicin espiritual del ser humano–, pero no es el acto primero que define al alma como principio del ser humano. De ah que no debera explicarse nuestro intelecto como una tabula rasa, puesto que no es eso lo que lo define. Lo determinante no est all, sino en el hecho de que nuestro intelecto consistira en una realidad causal y productora, a la que corresponde hacer todas las cosas (III, 5). El significado de causal parece ser el de algo responsable; y el hecho de que sea una entidad productora (poietikn), seala que este intelecto es una entidad  creativa y activa, una realidad gracias a la que el alma hace todas las cosas. De ah que se le llam intellectus agens, algo que subsiste en nosotros activamente, como una disposicin habitual, a la manera, dice, de la luz. 

            Esto es, entonces, el alma en su condicin ms esencial, en la medida que, conforme a los principios aristotlicos, lo ms esencial es la forma inteligible que algo tiene en s, y que se constituye en cada cosa fsica como aquello que en definitiva le proporciona un carcter de entidad. El hombre es un esto (tode ti = substancia), es decir, algo identificable, en definitiva por efecto de su intelecto superior y en acto. Las afirmaciones de Aristteles en De Anima III, 5 son justamente clebres, y a pesar de abarcar apenas poco ms de media pgina del texto griego, han sido objeto de muy diversas interpretaciones y controversias. Es verdad, lo ms correcto es sin duda atenerse al autor, lo que significa revisar con cuidado en primer lugar su texto griego original. Pero no siempre basta con el texto, puesto que en muchos sentidos permanece oscuro para nosotros. Es preciso, entonces, revisar desde un cierto elemento clave estos asertos del Estagirita, y que dice relacin primeramente con la separabilidad de las formas substanciales. A diferencia de Platn, nuestro filsofo supuso que el eidos (forma) de las cosas fsicas (entre las que se cuenta nuestro cuerpo) era algo que estaba en las cosas mismas. Platn consideraba que ese eidos no estaba en las cosas, y que haba un solo eidos para toda la multitud de cosas que pertenecan a algo de una misma naturaleza. Hay un solo leopardo en s, en eidos, y muchos leopardos que participan de l, que adems subsiste separado. Eso es Platn; y Aristteles, por su parte, piensa que el eidos o forma (la misma palabra platnica) tiene algo inteligible, cosa que tambin pens Platn, pero un elemento que suponemos est en las cosas, aunque solo es reconocible por el entendimiento. Ese eidos no era, entonces, separado en el sentido platnico, puesto que subsista en las cosas mismas. Esto estara revelando que Aristteles cree que en las cosas materiales existe algo que de hecho no es material; y eso sera la forma, que denominamos inteligible por el hecho de ser solo comprensible por nuestra mente, y depender no directamente de los sentidos, a no ser de una manera mediata. En esas circunstancias, el alma en Aristteles, en cuanto es forma del cuerpo, comparte con las dems formas su carcter inteligible; pero por tratarse de una cosa viva como el ser humano, que adems comprende a la manera que el hombre comprende, revela ciertas caractersticas que le son peculiares, y hacen necesaria una investigacin especial acerca de ella.

            Ahora bien, antes de continuar con nuestro anlisis es conveniente decir que, separado, ser separado, es una expresin acuada por Aristteles para designar el eidos platnico. Yo, por mi parte, llamo platonizante a todo el mbito de esta idea, que, como veremos, se insina tambin en el concepto de alma aristotlico precisamente en un aspecto decisivo. He aqu el texto fundamental del De Anima III, 5, segn mi lectura del texto griego:

Y existe por una parte ese intelecto por el cual <el alma> llega a ser todas las cosas, y el otro, por el que las hace todas, como si fuera una disposicin habitual, tal como la luz: porque de un cierto modo la luz  hace que los colores en potencia sean colores en acto. Y este es el intelecto apto de separacin, tanto impasible como sin mezcla, puesto que est siendo acto por efecto de su entidad (ousa).

            Nos hallamos as ante el prrafo, sin disputa –junto al que citar luego y que viene en el texto unas lneas ms adelante– el ms controvertido y famoso de la obra. Que esta entidad podra ser un intelecto apto de separacin (nos khorists), introduce un asunto que no debera sorprender, si se hubiera tomado nota en la lectura del De Anima de afirmaciones hechas anteriormente, aunque todava de forma tentativa:

            Y acerca del intelecto y de la potencia especulativa no hay nada claro, pero parece que son un tipo de alma distinto, y esto solamente parece darse separado, como lo eterno de lo corruptible (De Anima 413b 24-27).

            Separado significa en estos contextos con seguridad separado de un cuerpo, como se haba dicho en III, 4. Pero tiene evidentemente connotaciones que en cierta medida se nos escapan, y que apuntan quiz al carcter inteligible y autnomo que una entidad de esa naturaleza –como lo haba tenido en Platn– posee. Dios, para Aristteles, es precisamente la entidad que, por excelencia, existe separada de las cosas sensibles (kekhorismene tn aisthetn, Metafsica XII, 7, 1073a 4). Lo que existe o puede existir separado, entonces, se supone que posee la aptitud de ser y funcionar en forma independiente y autnoma de aquello con lo que podra tener relacin. Y esa forma autnoma es de tal calidad, en primer lugar, porque es acto en razn de su propia substancia (430a 18), mientras que aquello con lo que tiene relacin existe de un modo u otro, en algn respecto, en potencia. Esa es tambin, mutatis mutandis, la relacin que puede haber entre Dios y el mundo. Ahora bien, en lo que respecta al alma humana, esto es ya un paso trascendental en una filosofa como la de Aristteles, que haba precisamente fundado su diferencia con el platonismo en su propuesta de formas que existan inmanentes en las cosas, y no separadas. Estas cosas a que me refiero son las realidades del mundo sensible. Sin embargo, cuando se trata de exponer una teora de la substancia espiritual (como lo es el alma humana), de las inteligencias celestes y de Dios, Aristteles ve la conveniencia de utilizar una doctrina de las substancias separadas, que podemos considerar platonizante. Ello corresponde, a mi juicio, a la necesidad de integrar su teora de la substancia o entidad (ousa) natural sensible (en que las formas inteligibles existen inmanentes a las cosas), a su fsica estelar –quiero decir, supra-lunar– y su teologa. Me refiero ms especficamente a su filosofa primera, es decir, su metafsica sobre los seres divinos, que da lugar finalmente, en el libro XII de la Metafsica, a su teora de las tres clases de substancias, que abarca precisamente todo tipo de entidad posibles en el conjunto del universo. Las formas substanciales que componen el universo estelar de la inteligencias celestes, por ejemplo, son entidades separadas, que dirigen los seres astrales de un modo similar a como nuestro intelecto en acto rige su cuerpo, si bien Aristteles deja expresamente en claro que esos cuerpos celestes son a su vez incorruptibles.

            Retornando a nuestro tema principal, queda dicho entonces por el filsofo que el intelecto activo es propiamente la forma que da al alma su estructura inteligible, y que, a diferencia de  todo otro ser en la naturaleza de las cosas (en el mundo sub-lunar), manifiesta una aptitud de separacin (khorists) solo presente en propiedad en los seres divinos y eternos. En III, 4 el filsofo haba dicho que la facultad sensible no se da sin el cuerpo, mientras que el intelecto es apto de separacin. Ahora, al culminar su breve captulo 5 del libro tercero De Anima, Aristteles concluye el prrafo cuya primera parte haba citado ms arriba, y que comenzaba y existe por una parte ese intelecto (III, 5), diciendo:

            Y solo una vez separado (khoristheis) l es lo que propiamente es, y esto solo es inmortal y divino. . . y nada piensa sin l (430a 21-25).

            Y haciendo una interpretacin de todo ese prrafo (cuyo parntesis he omitido en la cita recin dada), se podra entender como sigue:

            Y este solo <intelecto activo> es inmortal y eterno (nosotros, sin embargo, despus de la muerte no recordamos nuestra vida en la tierra, porque el intelecto activo no est afectado por los acontecimientos, mientras que el pasivo, que es afectado por ellos, es perecible); y sin el intelecto activo, nada piensa.

            No entrar en todos los detalles de este complejo prrafo, pero quisiera poner nfasis en la referencia, si se quiere inopinada, a la pervivencia del alma despus de la muerte, en el entendido que solo es inmortal el intelecto activo del alma, que es el nico que mantiene en esta vida su condicin de ser en acto sin mezcla e impasible. Ahora bien, esta conclusin no es en modo alguno sorprendente, si se mira con detencin todo el complejo proceso que ha llevado a Aristteles a identificar al alma, en su pice, con un intelecto o nos que posee las caractersticas que, en su propio y nivel superior, posee Dios.[17]

 

Lo que viene de fuera de la puerta(thrathen): sugerencias finales

            Luego de todo un captulo en que se rechaza la idea de que el alma es armona y proporcin, y en que se supone que el intelecto mismo es, por su misma constitucin, impasible, en una frase enigmtica Aristteles afirma:

            Y se considera que el intelecto, puesto que es substancia, se produce dentro y no perece (De Anima I, 4, 408b 18-19).

La cita recin referida propone la inmortalidad del intelecto, sin hacer an las distinciones de III, 4-5 de los dos intelectos, y parece decir que, por el hecho de ser el intelecto en nosotros al modo de una substancia, l se produce en nosotros y no perece. Esta constatacin proviene de algunas propuestas anteriores, como la aceptacin por parte de Aristteles de que el intelecto, como ya lo haba sugerido Anaxgoras, es el nico impasible y no tiene nada en comn con ninguna de las otras cosas (De Anima 405b 19-21); y que, en consecuencia –contra la opinin general de los filsofos anteriores –es imposible que se d movimiento en el alma (I, 3, 406a 1). En esas circunstancias, el nico ser que tiene como substancia (que aqu es lo mismo que su forma, una naturaleza que no es elemento sino principio[18]) un intelecto como el descrito, posee en consecuencia un principio inmortal.[19]

            La frase en referencia, segn mi opinin (eoiken, es traducido por los autores como parece), significa se considera que, y, a diferencia de lo que piensa Ross, el nfasis es puesto en se produce y no perece, y no en la frase dependiente puesto que es substancia.[20]  El punto clave, me parece, est en ese enggnesthai que, con dudas, he interpretado como se produce dentro. El verbo es rico en matices, y puede significar, nacer en, surgir, aparecer en, o bien, tener lugar, suceder en. He podido constatar, adems, que enggnesthai, ya que tambin significa presentarse, intervenir, conserva una sugerente idea de movimiento en o hacia algo, una gradacin significativa que sugiere la idea de introducirse. Esto es significativo para el caso que quiero presentar. Es probable que aqu est en juego un asunto crucial, de esos que Aristteles parece complacerse en dejar en suspenso. Toda substancia que se produce en algo (puesto que son de las que nacen o aparecen en el mundo de la naturaleza) debera en algn momento perecer. Esta, sin embargo, es declarada imperecedero, cosa que, en cualquier otra circunstancia, sera una contradiccin entre las substancias naturales. Esto nico que se produce en toda la naturaleza, a saber, el nacimiento de un intelecto en el hombre, surgira, entonces, como un suceso, al modo de algo que acontece como un advenimiento (a diferencia de toda otra forma natural, que propiamente no se introduce o adviene, sino que se halla o produce en la cosa, y con ella finalmente perece). Lo que Ross quiere evitar aceptar (forzando el nfasis de la frase en seems to be in us a substance) es que esta oracin, como dice l, does not involve the doctrine of ho thrathen nos <literalmente, el intelecto de fuera de la puerta> (De Generatione Animalium 736b 28), the reason which enters from outside.[21] Este es un punto de inters, porque creo precisamente lo contrario, es decir, que aqu hay una alusin –aunque un tanto oscura– acerca de este asunto.

            Lo que est en juego, en consecuencia, es un tema de gran inters, que Aristteles no plantea al parecer en De Anima, ni menos an discute, a saber, sobre la procedencia de ese intelecto que l ha declarado inmortal. Al comentar esta frase que estoy analizando de De Anima I, 4, T. Calvo  tambin disiente de Ross.[22] Ahora bien, Aristteles, en Acerca de la generacin de los animales, luego de una compleja discusin sobre el semen y el alma, dice lo siguiente:

            Queda, entonces, que el intelecto solo penetra desde afuera (thrathen) y es el solo divino, porque la actividad corporal no tiene nada en comn con la actividad del intelecto (De generatione animalium II, III, 736b 28-29).

            Aristteles ha dicho previamente que el semen y las fetaciones (que no se dan separadas de quien cra), poseen, por ejemplo, en forma potencial –y no actual– el alma nutritiva, y que, aquellos principios cuya actividad es fsica, no pueden estar presentes sin un cuerpo fsico. Ahora bien, no es ahora mi intensin analizar en profundidad estos difciles textos, que solo he querido aludir en referencia a ciertos problemas planteados por el mismo filsofo en el De Anima. Este ltimo punto, sin embargo, abre insospechados horizontes, y fue de hecho estudiado y  discutido por los grandes comentaristas griegos de Aristteles, cuyas obras han llegado hasta nosotros, y constituyen en su conjunto una mediacin de vital importancia en la interpretacin de la obra del Estagirita. Comentaristas de Aristteles como Temistio, fundan un sistema de exgesis que ha de continuar su influencia a lo largo de la Edad Media. Solo me referir en esta ocasin al hecho de que Temistio (s. IV d. C.), en su Comentario al tratado del alma de Aristteles, cita un fragmento de Teofrasto –colega y sucesor de Aristteles en el Liceo–, que afirma que el nacimiento de este intelecto activo se realiza probablemente como algo ingnito (hos agnetos), ya que es adems incorruptible. Solo aadir que ya Alejandro de Afrodisias (s. III d. C.) en su De Anima Liber relaciona el intelecto activo aristotlico con aquel que viene de afuera.[23]

            Proceder desde afuera puede entenderse de diversas maneras, pero sin duda que una interpretacin verosmil nos debera llevar a considerar que aqu se trata del origen no material del alma, en su condicin intelectiva superior. Lo que constituye al alma, es decir, su eidos, est all en esa alma –suponemos desde un inicio– constituyendo su condicin de entidad substancial; y que por ser algo separado, no est condicionado por su complemento orgnico. Aristteles no analiza estas cuestiones en la profundidad y extensin que hubieran permitido una ms clara definicin de sus asertos, pero su examen de estas cuestiones acerca del origen, as como sus estudios sobre el alma humana en general, revelan  una poco frecuente penetracin intelectual e ingenio. Ahora bien, en el horizonte del saber cientfico griego, la filosofa interpreta esa tendencia general del hombre por conocer, en un sentido ms especfico, es decir, en cuanto aspira a conocer la realidad en su calidad de realidad; y lo real de un modo u otro es lo que es. Y puesto que aquello que es se supone que es lo ms real, por eso mismo aquello debera decir relacin con la verdad. Por eso que ella no intenta estar al servicio de ninguna ciencia, si bien su bsqueda desinteresada de la verdad puede servir por eso mismo a toda ciencia humana. En esas circunstancias, el estudio del alma desde la filosofa –como es el caso de Aristteles– revela quiz ms los problemas que circundan su realidad como tal que las soluciones que pueden darse acerca de ella; pero es indudable que un estudio de esta naturaleza puede demostrar cules podran ser las vas que, mediante una correcta metodologa, podran conducir al encuentro de esas soluciones. Porque, al parecer, no podra haber respuesta propiamente satisfactoria para este tipo de asunto, sin aquello que en su momento ya Aristteles intenta hacer: conciliar el estudio y la investigacin filosfica con el aporte progresivo de la ciencia. Es verdad, la ciencia es de por s provisoria, y no hay culpa en ello; pero la bsqueda de lo permanente no puede hacerse a espaldas del conjunto de la realidad.

 

scar Velsquez

Profesor Titular

Pontificia Universidad Catlica/

Universidad de Chile

 

Artculo publicado en Ars Medica Revista de estudios mdicos humansticos (Facultad de Medicina Universidad Catlica de Chile) vol 4 N 6 (2002) 141‑153.                   

 

 



[1]  Del Alma 405b 11-12.

[2]  Eurpides, fragmento 1018, Nauck.

[3] Alcibades 130 c: Y puesto que ni el cuerpo ni el compuesto es un hombre, queda, creo, o que es nada, o si es algo, resulta que el hombre no es otra cosa que alma (Platn Alcibades Versin del griego, presentacin general y notas, Oscar Velsquez, Editorial Dionysos Santiago de Chile 1979).

[4]  Eudemo, fragmento 5, Ross.

[5]  Eudemo, fragmento 7, Ross.

[6]  Confesiones III, 7. En otro trabajo he discutido este tema, centrndolo en la vida de san Agustn: La lectura del Hortensio y la visin de Ostia en las Confesiones de san Agustn, en Seminarios de Filosofa, volumen especial, Santiago de Chile 1993, pp. 185-195.

[7]  Protrptico, fragmento 6, Ross.

[8]  Protrptico, ibid. En su captulo acerca de Aristteles como discpulo de Platn, G. E. R. Lloyd dice del Protrptico: As suits the main theme of the work, great emphasis was laid on contemplation as the highest activity of man and on the attainment of knowledge and wisdom as his foremost goal (Aristotle: The Growth and Structure of his Thought, Cambridge University Press 1968 p. 33).

[9]  tica a Nicmaco X, 8 (1178b 21-22).

[10]  tica a Nicmaco, 1079a 22-24.

[11]  De Anima 402a 1-4. El trmino histora, que he traducido como investigacin, tiene precisamente esa significacin bsica (inquiry, science; y de ah, el significado que damos a ese conocimiento as adquirido, es decir, information, knowledge. Estos sentidos ya se encuentran en el mismo Herdoto, el padre de la historia, donde tambin est presente el significado de written account of ones inquiries, narrative, history (datos proporcionados por A Greek-English Lexicon, Liddle-Scott-Jones, Oxford edicin 1996).

[12]  De Anima 412a 19-21.

[13]  Y llamamos potencias a las facultades nutritiva, sensitiva, desiderativa, motora y discursiva (De Anima 414a 31-32).

[14]  John C. Eccles y Karl R. Popper, El Yo y su Cerebro, Barcelona 1980 p. 407. Las cursivas de la nota vienen en el original, Ed. 1977 Springer-Verlag, Berlin, Heildelberg, New York.

[15]  David Ross, Aristotle, London 1971 (5a edicin revisada, 1949) p. 74.

[16]  On the whole, morphe points to sensible shape and eidos to intelligible structure, and the latter is the main element in Aristotles notion of form (D. Ross, ibid.).

[17]  Dios, como enrgeia prote, es decir, acto primero, y como nos es analizado especialmente en Metafsica XII, 6-8.

[18]  Aristteles, Metafsica VII, 17.

[19]  La traduccin de Toms Calvo Martnez (Aristteles, Acerca del Alma, Introduccin, Traduccin y Notas. Editorial Gredos Madrid 1988 (1978) para esta misma frase dice as: El intelecto, por su parte, parece ser –en su origen– una entidad independiente y que no est sometida a corrupcin.

 

[20]  David Ross,  Aristotle De Anima Edited, with  Introduction and Commentary, Oxford 1967 (1961), p. 198.

[21]  D. Ross, Aristotle De Anima, p. 198.

[22]  A nuestro juicio, este texto ha de entenderse en conexin con la doctrina propuesta al respecto en el libro Acerca de la generacin de los animales II 3, 736b 25-29. All se afirma –como nica hiptesis aceptable respecto de la aparicin del intelecto en el hombre– que solamente el intelecto que adviene desde fuera y solo l es divino; T. Calvo, Aristteles Acerca del Alma, p. 155 n. 15.

[23]  Alexandri Aphrodisiensis De Anima Liber cum Mantissa p. 109, 22, Berolini 1887: El llamado intelecto agente es el desde afuera (thrathen); ver ibid. p. 90, 19 ss.